El avance de la inteligencia artificial (IA) en los últimos años ha transformado numerosos aspectos de la vida diaria, desde aplicaciones domésticas hasta innovaciones en el campo de la salud. Sin embargo, uno de los terrenos más controvertidos y que ha generado un creciente debate en 2024 es la adopción de IA por las fuerzas policiales para elaborar informes oficiales.
La prevalencia de la IA en la creación de informes policiales se ve impulsada por empresas tecnológicas como Truleo y Axon, las cuales han desarrollado sistemas basados en aprendizaje automático para facilitar el proceso de redacción. Con el uso de audio capturado por cámaras corporales, estos sistemas generan narrativas detalladas que requieren mínima intervención humana. Aunque aparentemente eficaces, estas herramientas han suscitado un intenso escrutinio debido a sus potenciales fallos.
Uno de los principales desafíos que enfrenta esta tecnología es la precisión de los datos generados. A pesar de que los oficiales siguen siendo responsables del contenido de los informes, la implicación de la IA introduce la posibilidad de «alucinaciones», es decir, errores o inexactitudes que podrían eludir la responsabilidad directa de los agentes, al culparse al algoritmo de la IA. Esta circunstancia crea un terreno fértil para evadir responsabilidades, especialmente cuando se cuestionan las narrativas en contextos judiciales.
La preocupación no es infundada. En Washington, algunos fiscales han expresado su reticencia a aceptar informes redactados mediante IA, temerosos de que cualquier detalle erróneo podría comprometer la solidez de futuros juicios. Este temor se refleja en las políticas de algunos departamentos que revisan la implementación de IA, preocupados por cómo este avance podría afectar la interpretación de situaciones complejas y el uso adecuado del lenguaje en intervenciones policiales críticas.
A pesar de las preocupaciones, la presión política para reducir el crimen y el objetivo de eficiencia administrativa podrían acelerar la adopción de estas tecnologías. La representación cultural de la policía, frecuentemente retratada como adversa a la burocracia, podría favorecer una rápida aceptación de estos sistemas automatizados, pese a los riesgos asociados.
Organizaciones como la Electronic Frontier Foundation (EFF) vigilan cuidadosamente estas innovaciones y sus implicaciones para la seguridad pública y el sistema judicial. En una era donde la tecnología redefine constantemente los límites de lo posible, el balance entre eficiencia y precisión seguirá siendo un tema vital en el diálogo sobre el futuro de la aplicación de la ley.