La crisis en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha alcanzado un punto de inflexión con el cese de su directora científica, María Blasco, y el gerente, Juan Arroyo, tras años de denuncias por deficiencias en la gestión y un ambiente laboral deteriorado. La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, justificó ante el Congreso de los Diputados la actuación del Gobierno, subrayando la necesidad de salvaguardar la excelencia del centro, que ha estado plagado de problemas internos, desde el declive en su producción científica hasta un déficit presupuestario significativo. Además, se ha cuestionado el gasto en proyectos artísticos, que se considera desvinculado de la misión científica del CNIO, agregando presión a una institución cuyos recursos infraestructurales han sido calificados como inadecuados por sus propios científicos.
Fernando Peláez, bioquímico madrileño, ha asumido el papel de director interino del CNIO con la tarea urgente de gestionar una transición hacia un nuevo liderazgo permanente. La comisión delegada del patronato, presidida por Marina Pollán, directora del Instituto de Salud Carlos III, supervisará temporalmente la gestión del centro. La comunidad científica ha expresado su esperanza en una renovación que restaure la capacidad del CNIO para atraer a investigadores de renombre y recupere su prestigio como referente en investigación oncológica. Mientras tanto, Blasco ha defendido su gestión y sigue adelante con planes para retomar su trabajo en investigación, pese a las críticas y las acusaciones de autoritarismo y mala gestión.
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