En el madrileño barrio de Mejorada del Campo, la remodelación del icónico templo construido por Justo Gallego ha generado una ola de indignación entre vecinos y fieles católicos. La estructura, conocida por ser una obra solitaria de devoción levantada ininterrumpidamente durante más de 60 años por Gallego, está experimentando cambios significativos que muchos consideran desafían la visión original del creador. Las reformas, aparentemente guiadas por un enfoque más comercial y turístico, han suscitado críticas por desvirtuar la esencia religiosa y personal de lo que muchos consideran un «templo de fe».
Vecinos y seguidores del legado de Gallego expresan su preocupación por la dirección que ha tomado el proyecto desde el fallecimiento del constructor autodidacta en 2021. La intervención actual ha generado un sentido de traición en quienes valoran la autenticidad del lugar, diseñado para ser un espacio de espiritualidad y reflexión, libre de intereses económicos o turísticos. Las tensiones continúan creciendo, alimentadas por el temor de que el templo, más que un monumento a la fe y la perseverancia, se convierta en una atracción más en la periferia de la capital.
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