La cuenta atrás hacia el segundo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca se acelera con la anticipación de un comienzo formal el próximo 20 de enero. Entre las designaciones relevantes para su administración destacan el senador Marco Rubio como secretario de Estado, convirtiéndose en el primer hispano en ocupar esta posición, y el general retirado Keith Kellogg como enviado especial para Ucrania. La geopolítica global se verá influenciada por cómo se definen las garantías de seguridad para Ucrania, ya que esto impactará en las relaciones entre Occidente y Rusia, la estabilidad de la UE como actor global, la injerencia de China sobre Taiwán, y el devenir de autocracias como las de Maduro y Kim Jong-un. En el ámbito doméstico, la concentración de poder de Trump sobre la Casa Blanca, ambas Cámaras del Congreso y la Corte Suprema plantea interrogantes sobre su respeto al estado de Derecho y la independencia de los medios de comunicación.
En el escenario internacional, la situación de Ucrania sigue siendo un punto crítico para la estabilidad global. Con las designaciones del nuevo gobierno estadounidense, las autoridades ucranianas buscarán reafirmar el apoyo de Estados Unidos para contrarrestar la agresión rusa. Mientras Emmanuel Macron intenta equilibrar el papel internacional de Francia, las expectativas se centran en si Donald Trump mantendrá el compromiso anterior con Ucrania. En paralelo, la caída del régimen de Bashar Asad resalta una pérdida de influencia iraní en Oriente Próximo, mientras que los acontecimientos en la región subrayan la incapacidad de Rusia para manejar múltiples conflictos simultáneos, lo que podría afectar su posición en otras zonas estratégicas como el Sahel. Estos desarrollos se producen en un contexto de creciente incertidumbre, donde el rol de figuras globales como Trump y líderes como Macron será determinante en el devenir geopolítico del 2025.
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