El sector del lujo enfrenta una situación compleja tras años de expansión. Luego de un crecimiento notable durante la pandemia, el mercado experimenta una fase de estabilización o, según algunos expertos, una posible «burbuja» en estallido. La caída del consumo en China, un mercado clave, ha impactado a gigantes como Louis Vuitton y Kering, que han visto disminuir sus cifras de negocio. Factores como la inflación, la guerra arancelaria y la fluctuante demanda de consumidores jóvenes, más sensibles al precio, han contribuido a esta desaceleración, provocando la pérdida de 50 millones de consumidores en los últimos dos años. Esto se refleja en un descenso del gasto del 1% en 2024, los peores datos desde 2008.
El mercado del lujo también enfrenta desafíos de carácter estructural. La industria se ha expandido tanto que ha perdido parte de su exclusividad, y el saber hacer tradicional se ve amenazado por un enfoque más orientado al marketing y menos a la artesanía. Marcas como Hermès, que han mantenido su enfoque en la excelencia artesanal, han demostrado resiliencia y superado en capitalización a LVMH. Por otro lado, el auge de plataformas de segunda mano y un cambio hacia el lujo experiencial reflejan una transformación en las preferencias de los consumidores. Las marcas se ven obligadas a adaptarse a estas nuevas dinámicas de mercado, manteniendo alta la calidad y exclusividad, todo mientras buscan conquistar mercados emergentes y atraer a nuevas generaciones de consumidores más exigentes.
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