El contexto económico en España después del estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 llevó a las cajas de ahorro a acumular una gran cantidad de activos tóxicos, un problema que encontró una solución temporal con la creación de un «banco malo» dedicado a gestionar estos activos. En los últimos años, este ente ha logrado evolucionar desde su papel inicial como sumidero de la deuda inmobiliaria, hasta convertirse en un elemento clave de la estrategia gubernamental para abordar la crisis de vivienda que se vive actualmente en el país. Moncloa ha decidido utilizar esta institución como una herramienta vital para aumentar el acceso a viviendas asequibles y reducir la presión en el mercado inmobiliario que afecta a miles de familias españolas.
La transformación de este «banco malo» en un actor central en la política de vivienda refleja un cambio significativo en la percepción y utilización de recursos financieros dudosos hacia un enfoque que prioriza el bienestar social. La estrategia incluye programas de alquiler asequible que pretenden aliviar las tensiones del mercado y garantizar el acceso a viviendas dignas. Aunque el camino no está exento de desafíos, especialmente en términos de financiación y administración, la iniciativa del gobierno busca no solo remediar errores del pasado, sino también construir un futuro más equitativo en lo que respecta al acceso a la vivienda.
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