En España, obtener financiamiento mediante préstamos bancarios o créditos es una práctica común entre los consumidores, especialmente al adquirir bienes de gran envergadura como viviendas, coches o reformas de propiedades. Sin embargo, no solo las grandes compras motivan estas solicitudes, ya que la adquisición de electrodomésticos o la necesidad de aplazar gastos a fin de mes también conlleva el uso de tarjetas de crédito o créditos al consumo, incidiendo en el presupuesto mensual debido al pago de intereses. La gestión responsable de estos compromisos financieros es crucial; de lo contrario, la acumulación de deudas puede desencadenar el conocido «efecto bola de nieve», que incrementa progresivamente las obligaciones económicas hasta volverse insostenibles.
En estas situaciones, la refinanciación de deuda emerge como una potencial solución para aliviar las finanzas. Este procedimiento implica renegociar las condiciones de pago, como los plazos y las tasas de interés, aunque no conlleva una reducción total de la deuda; en cambio, permite evitar la escalada hacia compañías de recobro. Las modalidades de refinanciación incluyen novación, reunificación de deudas y subrogación, cada una con sus características y condiciones específicas. Expertos financieros sugieren optar por la refinanciación cuando las tasas de interés del mercado son más bajas que las actuales de los préstamos vigentes, con el fin de ajustar los compromisos financieros y mejor gestionar el flujo de efectivo mensual.
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