Al menos 460 personas, entre pacientes y acompañantes, han muerto en un brutal ataque a un hospital materno en Al Fasher, Darfur del Norte, perpetrado por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), según denunció la Organización Mundial de la Salud (OMS). La situación, revelada por el director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha desencadenado una ola de indignación internacional. Durante los dos años y medio del conflicto armado entre el Ejército sudanés y las RSF, se han registrado al menos 185 ataques contra infraestructuras sanitarias en Sudán, dejando un saldo de más de 1,200 muertos. La ONU resalta que estos ataques podrían formar parte de una campaña de violencia étnica, acompañada por informes de violaciones y abusos sexuales sistemáticos.
La reciente caída de El Fasher, tras un asedio de más de 500 días, marca un hito para las RSF en su lucha contra el ejército sudanés. Los últimos testimonios y evidencias satelitales reportados por la Universidad de Yale revelan escenas de extrema violencia, incluidas ejecuciones sumarias y desplazamientos forzados, que apuntan a un intento de limpieza étnica contra comunidades no árabes en Darfur. Esta escalada de violencia ha obligado a miles de civiles a huir, aumentando la cifra de desplazados a 12 millones. Mientras las RSF consolidan su control en Darfur con el apoyo de mercenarios, el conflicto se expande hacia Kordofán, presentándose como la crisis humanitaria más grave a nivel mundial actualmente, con millones de personas necesitando asistencia urgente.
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