La tragedia golpeó al centro comercial Real Plaza Trujillo la noche del viernes, cuando el techo del patio de comidas colapsó sobre una multitud de familias que disfrutaban de un momento de ocio. En cuestión de segundos, la estructura de concreto abarcando 700 metros cuadrados se desplomó, resultando en la muerte de ocho personas, entre ellas tres niños, y dejando a 82 heridos. De estos, once niños se encuentran gravemente afectados, luchando por sus vidas en estado crítico. Las escenas en el lugar fueron de desesperación absoluta, con testigos sacudidos por el estruendo y el pánico, mientras socorristas trabajaban en medio del caos para rescatar a las víctimas atrapadas entre los escombros. En paralelo, la tragedia desembocó en una ola de solidaridad, especialmente visible en la ayuda de motorizados de delivery que transportaron a bomberos y socorristas a medida que las unidades de emergencia se agotaban ante la magnitud del desastre.
Este evento catastrófico ha revelado preocupantes fallos de seguridad dentro de un complejo tan emblemático y próspero como lo es el Real Plaza Trujillo, vinculado al poderoso Grupo Intercorp. El techo del patio de comidas, inaugurado apenas en 2016, no debió sucumbir en tan poco tiempo, lo que ha dejado perplejos a expertos en ingeniería y arquitectura. Las primeras investigaciones apuntan a una posible sobrecarga de agua como causante del colapso estructural, según detalló Francisco Jaramillo de Ositrán. La indignación pública crece al conocerse antecedentes de clausuras pasadas por fallas en el mantenimiento, sumado a las críticas hacia la presidenta Dina Boluarte por haber facilitado la reapertura de locales que no garantizan condiciones de seguridad óptimas. En señal de duelo y medida precautoria, la cadena ha decidido cerrar sus establecimientos a nivel nacional mientras se esclarecen las responsabilidades de esta calamidad que aún podría cobrarse más vidas.
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