Carlos Suárez, referente indiscutible del alpinismo español, falleció ayer a los 52 años en un trágico accidente durante un salto en paracaídas en Toledo. Suárez, conocido por escalar sin cuerda algunas de las rutas más desafiantes del mundo, había dejado una marca indeleble en la comunidad de escaladores desde su debut adolescente en la imponente cara norte de las Grandes Jorasses. A pesar de su vasta experiencia y extremada precaución en la montaña, Suárez encontró la muerte en un contexto inesperado: un salto grupal desde un globo aerostático durante el rodaje de una película. Mientras sus compañeros aterrizaron sin incidentes, un problema técnico en su paracaídas resultó fatal para el experimentado alpinista.
No solo el mundo del alpinismo, sino también el del salto base, pierde a uno de sus pioneros más cautos y respetados. Suárez había marcado un antes y un después en estas disciplinas, siendo admirado por figuras internacionales y por sus colegas quienes destacan su enfoque siempre metódico y seguro ante cualquier reto. A pesar de retirarse parcialmente del salto base tras trágicos accidentes de amigos cercanos y un grave incidente propio, permaneció activo en el ámbito del asesoramiento para proyectos relacionados con el deporte y la aventura. Carlos Suárez, quien evitaba buscar la adrenalina por mero espectáculo, ha dejado un legado que trasciende fronteras y estilos, y su inesperada partida deja un vacío profundo en el alpinismo y el cine de acción.
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