La afiliación del senador Miguel Ángel Yunes Márquez a Morena ha generado un intenso debate interno y un rechazo generalizado dentro del partido. Yunes, antiguo miembro del PAN, se encuentra ahora en el epicentro de una controversia por su intento de unirse al partido fundado por Andrés Manuel López Obrador. La gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, ha sido una de las voces críticas más fuertes, paralizando el proceso de afiliación y solicitando la intervención de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena. Este rechazo es compartido por Salomón Jara, gobernador de Oaxaca, y varios legisladores, quienes argumentan que el historial de Yunes, que incluye presuntos actos de corrupción y enriquecimiento ilícito, va en contra de los principios éticos del partido. A esta oposición se suma Claudia Sheinbaum, que, aunque a favor del debate, respalda que la decisión quede en manos de la dirigencia del partido para evitar divisiones internas.
Paralelamente, en su afán por expandir su padrón de militantes a 10 millones, Morena ha reinventado prácticas del pasado, buscando el apoyo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Alfonso Cepeda, líder del SNTE y senador por Morena, se ha comprometido a movilizar a 1,5 millones de afiliados del sindicato y sus familias para integrar las filas del partido, recordando estrategias históricas del PRI en su auge. Con el apoyo de unas 6.000 tabletas distribuidas en las 57 secciones magisteriales, el partido espera alcanzar la mitad de su ambiciosa meta de afiliaciones, aunque esta táctica también ha generado críticas por una posible cooptación política, rememorando viejas prácticas que nutrían al partido hegemónico de antaño.
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