En febrero de 2017, una eurodiputada, inmersa en una polémica cultural, preparaba un evento controvertido mientras la campaña de la asociación Hazte Oír recorría ciudades con mensajes que fueron tildados de tránsfobos. La diputada, ya en confrontación con independentistas por conferencias previas sobre nacionalismo y neurociencia, temía verse afectada por el escándalo producido por las afirmaciones biológicas sobre el sexo. Su evento «Mujeres fuertes, hombres frágiles» contó con la participación de Susan Pinker, perseguida por declaraciones sobre diferencias cerebrales entre sexos. La postura del Partido Laborista sobre las identidades de género, promovida desde hace 15 años, es ahora cuestionada por el miedo a perder votantes femeninos, mostrando confusión en su abordaje del tema trans.
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