Reino Unido afronta su peor crisis de disturbios desde 2011, impulsada por un ataque mortal en Southport, perpetrado por un joven galés de origen ruandés, que no tenía vínculos terroristas ni era musulmán. Sin embargo, grupos ultraderechistas aprovecharon el suceso para difundir que el atacante era un refugiado musulmán, provocando violentos disturbios en todo el país. Keir Starmer, el primer ministro, ha prometido mano dura contra los responsables mientras figuras como Tommy Robinson y Nigel Farage alimentan la retórica antiinmigratoria y llaman a acciones drásticas. Este episodio resalta el persistente problema de la integración y la manipulación extremista en un Reino Unido aún lidiando con las secuelas del Brexit.
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