Este domingo, Alemania se enfrenta a unas elecciones cruciales que reflejan un panorama político marcado por la incertidumbre y el ascenso de la extrema derecha, generando tensión en todo el continente europeo. La situación de Alemania es observada con atención por sus vecinos, ya que el país necesita recuperar su papel como una potencia estabilizadora en el escenario europeo. En los últimos años, ha estado mayormente ausente, y la falta de liderazgo ha perjudicado no solo a Alemania, sino también a Europa, que busca consolidarse como un actor geopolítico relevante. Friedrich Merz, candidato de la Unión y favorito en los sondeos, se muestra decidido a reactivar las relaciones con Francia y Polonia, y enfatiza la necesidad de que Alemania vuelva a ser un aliado confiable y proactivo en la política exterior europea.
El contexto internacional se complica con la retirada de apoyo de la administración de Donald Trump en Estados Unidos, quien ha mantenido una postura distante e incluso crítica hacia Europa y sus políticas. Dentro de Alemania, la situación se agrava con la posible influencia de partidos extremos como Alternativa para Alemania (AfD), que ha ganado terreno en medio de una crisis de identidad migratoria y económica. El reto para el futuro canciller será monumental: revitalizar el modelo político y económico del país, formar coaliciones efectivas y fomentar un liderazgo que no solo guíe a Alemania, sino que también impulse una Europa unida y sólida frente a las crecientes tensiones globales. La elección no solo determina el futuro de Alemania, sino también el papel de Europa en un mundo cada vez más dividido entre democracias y autocracias.
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