Nicolás Maduro, habitual en sortear adversidades, se enfrenta ahora a un enemigo formidable: Donald Trump. Lejos de ser una mera disputa política, la declaración de guerra del presidente estadounidense subraya la creciente amenaza que representa el narcotráfico en Venezuela. La nación ha visto cómo la corrupción y el negocio de las drogas se han infiltrado en todos los niveles de su estructura, especialmente entre los militares. La presión de Trump sobre Caracas, especialmente la oferta de recompensa por la captura de Maduro, ha encendido alertas en el régimen.
Mientras tanto, la situación se agrava con la presencia de la flota estadounidense, que ha intensificado las operaciones en aguas cercanas a Venezuela, neutralizando embarcaciones narco y dejando un saldo trágico. Ante este panorama, Maduro ha declarado el estado de excepción y se ha atrevido a convocar a la población para formar una resistencia civil. En un contexto internacional marcado por conflictos en otras regiones, la amenaza de una intervención en Caracas se vuelve inminente, dejando claro que el país no goza de la estabilidad que alguna vez tuvo.
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