Las inundaciones que golpearon el sur y centro de Texas el pasado 4 de julio han dejado un trágico saldo de 91 víctimas mortales, según informaron las autoridades este lunes. Los equipos de rescate, junto a más de 600 voluntarios, se encuentran en una carrera contrarreloj para localizar a 41 personas que siguen desaparecidas. En el condado de Kerr, uno de los más afectados, se han recuperado 75 cuerpos, de los cuales 27 pertenecen a menores que fueron arrastrados por las aguas en un campamento de verano. Las víctimas fatales se distribuyen entre varios condados de la zona, con 14 muertos registrados en áreas cercanas a San Antonio, donde se realizaban celebraciones por el Día de la Independencia.
Mientras la región lucha por recuperarse, las autoridades investigan las circunstancias del desastre, ante críticas sobre la efectividad de los sistemas de alerta de inundaciones. La secretaria de Seguridad Nacional afirmó que no hay evidencia de fallos en las alertas emitidas, y la Casa Blanca defendió la actuación del Servicio Meteorológico Nacional. No obstante, la tragedia ha suscitado cuestionamientos sobre la gestión de emergencias del gobierno, en un contexto donde el presidente Donald Trump ha declarado la región como zona catastrófica y planea visitar el área afectada. Además, se prevé que las lluvias continúen, lo que podría agravar aún más la situación, y las autoridades instan a la población a mantenerse en alerta.
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