El ataque mortal en la Cachemira administrada por la India ha dejado al menos 28 turistas indios muertos y más de 10 heridos, marcando uno de los episodios más graves contra civiles en la región en los últimos años. Los testigos presenciales describen una escena de caos, con disparos que resonaron en Pahalgam, un popular destino turístico en el Himalaya. Gulzar Ahmad, proveedor de servicios turísticos, relató cómo él y sus colegas se vieron forzados a esconderse y avisar a otros del peligro inminente mientras desconocidos insurgentes abrían fuego contra los visitantes. La motivación del ataque parece estar ligada a la identidad religiosa de las víctimas, ya que los atacantes señalaron a quienes no eran musulmanes.
El ataque en Cachemira resalta una agudización en el prolongado conflicto entre India y Pakistán por la región, que ha vivido décadas de insurgencia armada. Los eventos del martes sugieren un cambio en la dinámica de la violencia, ya que los turistas han sido tradicionalmente dejados al margen de las hostilidades. Sin embargo, desde que India revocó la semi-autonomía del territorio en 2019, las tensiones han aumentado, exacerbadas por decisiones políticas que han reducido las libertades civiles y la disidencia. La seguridad de los civiles, incluida la de trabajadores inmigrantes y minorías religiosas, se ha tornado cada vez más precaria en este contexto de intensificadas operaciones de contrainsurgencia por parte de Nueva Delhi.
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