La narcoviolencia ha tomado un nuevo y sangriento capítulo en Culiacán, Sinaloa, con más de 100 muertos y otros tantos desaparecidos en las últimas tres semanas. Un reciente hallazgo de al menos cinco cuerpos con impactos de bala en una camioneta, sumados a los continuos enfrentamientos por el control del Cartel de Sinaloa, han elevado la tensión en la región. La detención de Ismael «El Mayo» Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo, están en el centro de esta batalla. Mientras tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, continúan con sus actividades oficiales, resguardados por fuertes operativos de seguridad.
La captura de El Mayo Zambada en julio exacerbó la volátil situación en el Estado, desencadenando una ola de violencia que parece incontrolable. La Fiscalía General de la República investiga tanto el asesinato de Héctor Cuén como el secuestro de Zambada, en el que Joaquín Guzmán López tiene acusaciones directas. Las autoridades, reforzadas por cientos de elementos federales, no logran frenar el derramamiento de sangre, mientras Estados Unidos y México se lanzan acusaciones sobre la responsabilidad del caos. El gobernador Rubén Rocha y el presidente López Obrador han reconocido las dificultades en garantizar la seguridad, en un contexto donde la violencia es el trágico día a día de los sinaloenses.
Leer noticia completa en El Pais.