Estamos transitando el primer cuarto del siglo XXI, un tiempo en el que las fantasías de las antiguas historietas cómicas se han materializado en la realidad política: inteligencia artificial avanzada, robots humanoides, ataques cibernéticos y multimillonarios explorando el espacio. En este contexto, figuras como Lilia Lemoine, diputada argentina que sostiene que la Tierra es plana y cuestiona la llegada del hombre a la luna, ocupan cargos importantes pese a sus opiniones conspirativas. Las teorías de la conspiración, que en el pasado circulaban en folletos, hoy se propagan por las redes sociales y ganan adeptos. Estas creencias extremas, que abarcan desde el terraplanismo hasta la negación de eventos históricos, incitan divisiones sociales profundas y otorgan poder a quienes las promueven, recordando los peligrosos efectos de textos como «Los protocolos de los sabios de Sión» en tiempos modernos.
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