Estados Unidos ha intensificado su postura contra Venezuela, manifestando su disposición a «usar todos los recursos de su poder» en un cambio notable en sus relaciones, que parecían estar en un camino de diálogo. Las tensiones se reavivaron tras un intercambio de prisioneros en julio y el mencionado aumento de la recompensa por la captura del presidente Nicolás Maduro, a quien el gobierno estadounidense ha vinculado con actividades de narcotráfico a través del Cartel de los Soles. Esta escalada incluye también un significativo despliegue militar en el Caribe, donde se han enviado destructores y submarinos para realizar operaciones cerca de las costas venezolanas.
Por su parte, el presidente Maduro ha respondido a las amenazas con el despliegue de 4.5 millones de miembros de la Milicia Nacional en todo el país, posicionándose como un líder que defiende la soberanía de Venezuela. La situación genera preocupaciones en la región, con líderes como el presidente colombiano Gustavo Petro advirtiendo que una posible invasión estadounidense podría desestabilizar no solo a Venezuela, sino a Colombia, comparando el escenario con el conflicto en Siria. La oposición venezolana, sin embargo, ha expresado su apoyo a la acción de Estados Unidos, agradeciendo las iniciativas que consideran podrían debilitar el régimen de Maduro.
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