La reciente imposición de aranceles del 50% por parte del gobierno republicano de Estados Unidos al país más poblado del mundo ha provocado una reconfiguración significativa en el tablero geopolítico asiático. Esta medida, que busca presionar económica y políticamente a su rival, ha generado tensiones no solo entre las dos potencias involucradas, sino también en toda la región. En respuesta a este desafío económico, el gobierno de Narendra Modi en India, históricamente distanciado de Beijing, ha comenzado a reconsiderar su postura frente a China, evaluando posibles alianzas estratégicas en un contexto cada vez más incierto.
Este giro inesperado en la política exterior de India podría marcar el inicio de una nueva fase en las relaciones asiáticas, caracterizada por la cooperación entre dos gigantes que hasta ahora han sido rivales acérrimos. La decisión de Modi de acercarse a China refleja un intento de mitigar las consecuencias negativas de los aranceles estadounidenses y resaltar la importancia de la colaboración regional ante las nuevas dinámicas globales. Sin embargo, las negociaciones entre India y China se enfrentan a múltiples desafíos, dada su compleja historia compartida, pero un entendimiento podría redefinir el equilibrio de poderes en Asia y, potencialmente, a nivel global.
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