En un escenario en el que las tensiones entre Europa y Rusia alcanzan picos críticos, líderes de las principales potencias europeas se congregaron en París para discutir una estrategia común respecto al conflicto en Ucrania. Convocada por el presidente francés, Emmanuel Macron, la reunión se centró en el suministro de armas a Kiev, el despliegue de tropas europeas como garantes de la seguridad en la postguerra y la formulación de un plan de paz para Ucrania. Sin embargo, el consenso sobre el envío de tropas de paz fue poco sólido, con Francia y el Reino Unido mostrando disposición, mientras que Alemania, Polonia y España optaron por un enfoque más cauteloso, contribuyendo con aspectos logísticos más que militares. Esta reunión se da en un contexto donde EE.UU., bajo el liderazgo de Donald Trump, ha intensificado sus propias negociaciones con Rusia, excluyendo a la Unión Europea de una mesa de diálogo crucial, lo que resalta la creciente brecha y la necesidad de una estrategia de defensa autónoma en el continente.
El canciller alemán, Olaf Scholz, abandonó la reunión prematuramente por compromisos electorales, pero no sin antes señalar la falta de consenso en las conversaciones que, según él, se estaban llevando a cabo sin el consentimiento de Ucrania. La reunión, caracterizada como «informal» por los portavoces de Macron, subraya la creciente necesidad de Europa de reafirmar su posición en el ámbito global, especialmente después de que Washington haya dado pasos hacia un acercamiento bilateral con Rusia. La reunión también abordó la importancia de reforzar la defensa militar de Europa, destacando propuestas como la de flexibilizar las normas de gasto de la UE para aumentar el presupuesto de defensa. Esta postura fue apoyada por varios líderes europeos que reconocen el imperativo de incrementar las capacidades defensivas en un momento en que el equilibrio de poder global experimenta significativos cambios.
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