La tarde del 7 de diciembre, se generó una gran expectativa cuando se anunció que un alto líder político tenía la intención de dirigirse a la nación con el propósito de negociar con las unidades militares rebeldes y buscar un acuerdo que pusiera fin a la creciente tensión. Sin embargo, lo que se esperaba fuera una declaración de reconciliación resultó ser una maniobra cuidadosamente planificada para ganar tiempo y ejecutar un plan de escape del país. La comunidad internacional observaba de cerca, esperando que el discurso marcara el inicio de un proceso de diálogo que pudiera desactivar la crisis política y social que atravesaba la nación.
En lugar de concretar su comparecencia, el líder utilizó el anuncio del discurso como una cortina de humo mientras ultimaba los detalles de su salida del territorio nacional. Fuentes cercanas al gobierno habían indicado que el líder estaba bajo una presión significativa tanto interna como externa, lo que llevó a muchos a especular sobre su próxima jugada. La fuga no solo ha dejado un vacío de liderazgo sino que ha exacerbado la inestabilidad, dejando al país en una situación aún más precaria. La incertidumbre reina ahora, mientras las facciones enfrentadas se reposicionan y la población espera con ansiedad los próximos acontecimientos.
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