En medio de crecientes tensiones, dos naciones se enfrentan a acusaciones mutuas de violación del alto el fuego estableciendo un nuevo punto álgido en el conflicto que las enfrenta. Ambas partes denuncian el uso de drones y proyectiles, lo que ha intensificado el clima de desconfianza y amenaza con desestabilizar aún más la ya frágil tregua. Según fuentes locales, los ataques más recientes ocurrieron en áreas cercanas a la frontera en disputa, lo que ha llevado a una escalada retórica y a un incremento de la presencia militar en ambos lados. Los esfuerzos diplomáticos para mediar en la situación se han visto frenados por la falta de voluntad política de ambos gobiernos para ceder en sus demandas.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación ante el deterioro de la paz en la región, con llamados a las partes implicadas para abstenerse de acciones que puedan agravar la situación. Organizaciones de derechos humanos han advertido sobre el impacto humanitario que esta escalada podría tener, especialmente en las poblaciones más vulnerables de las zonas afectadas. Mientras tanto, se han intensificado las negociaciones diplomáticas para intentar restaurar el diálogo y evitar que el conflicto se desborde a un nivel irremediable. La situación permanece tensa y la expectativa de una resolución pacífica parece, por ahora, lejana.
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