En medio de la creciente tensión en Oriente Próximo, el líder del brazo armado de Hamás, Saeed Atallah, perdió la vida junto a tres miembros de su familia durante un ataque aéreo israelí en un campo de refugiados palestinos en Trípoli, Líbano, según informan medios asociados a Hamás. Este suceso se produce en un contexto donde el ejército israelí ha confirmado la muerte de dos de sus soldados en el norte del país, en lo que ha sido identificado como un ataque con drones originado en Irak. La acción militar israelí no se detuvo ahí; en Beirut, se reportó la muerte de Muhammad Rashid Shakafi, vinculado con la red de comunicaciones de Hezbolá, intensificando la ya tensa situación con el grupo libanés tras el reciente asesinato de su líder Hasan Nasralá.
Paralelamente, la crisis resuena en otros rincones de la región, con el líder supremo de Irán convocando a la unidad de los países musulmanes ante lo que describe como el “enemigo común”, Israel. En Yemen, la intervención estadounidense se ha intensificado con 15 ataques dirigidos a objetivos relacionados con combatientes hutíes, respaldados por Irán. Testigos locales han reportado explosiones en diversos puntos estratégicos, incluidos puestos militares y un aeropuerto. Este complejo entramado de conflictos subraya la volatilidad de la región y plantea nuevos desafíos para los actores internacionales en busca de estabilidad y seguridad.
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