En un repunte significativo de las tensiones en el Medio Oriente, Irán lanzó una serie de ataques con misiles hacia Israel, alcanzando «decenas de objetivos» en ciudades clave como Tel Aviv y Jerusalén. Esta ofensiva se produce en respuesta a lo que Teherán describe como provocaciones israelíes en la región, intensificando un conflicto que había mostrado signos de escalada en las últimas semanas. Las autoridades israelíes activaron de inmediato sistemas defensivos e instaron a la población a buscar refugio, mientras que las sirenas antiaéreas resonaron como señal de alarma por toda la nación.
El gobierno israelí condenó enérgicamente los ataques, calificándolos como una agresión injustificada que pone en peligro la vida de civiles. La comunidad internacional muestra su preocupación por la posibilidad de que el conflicto se extienda, con llamados urgentes a la desescalada por parte de varios líderes mundiales. En el plano local, el impacto de los ataques continúa desatando reacciones, generando miedo e incertidumbre entre los ciudadanos, y marcando un punto crítico en una relación históricamente tensa entre ambos países.
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