El operador de telecomunicaciones ha estado inmerso en varias operaciones inmobiliarias recientemente, aprovechando la transición tecnológica de sus infraestructuras. Con la implementación de la fibra óptica, la compañía ha reducido considerablemente su necesidad de espacio físico, a diferencia de la red tradicional de cobre que requería instalaciones más grandes y complejas. Esta optimización ha permitido al operador vender o realquilar numerosas propiedades, liberando capital y enfocándose en ubicaciones estratégicas y más eficientes.
Este cambio también responde a una tendencia general de modernización en el sector, donde la fibra óptica no solo proporciona un servicio de mejor calidad, sino que también implica menores costos de mantenimiento y operación. El movimiento hacia inmuebles más compactos refleja la agilidad del operador para adaptarse a un panorama tecnológico en constante evolución, permitiéndole reubicar recursos y centrar su estrategia en el crecimiento y la expansión de su red de última generación.
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