Los enfrentamientos entre Tailandia y Camboya se intensificaron al llegar a su segundo día, marcando la peor escalada militar entre ambos países en más de una década. El líder tailandés, Phumtham Wechayachai, advirtió sobre la posibilidad de que los choques derivados de la disputa fronteriza se conviertan en una guerra, aunque por ahora se mantienen limitados. Hasta el momento, 15 personas han muerto en Tailandia, en su mayoría civiles, y más de 100,000 han sido desplazadas de sus hogares. En Camboya, más de 20,000 personas han tenido que evacuar sus hogares, aunque el gobierno aún no confirma estas cifras. El conflicto se centra en las provincias fronterizas de Surin y Ubon Ratchathani, donde se ha reportado el uso de artillería pesada y cohetes.
La situación se agrava por acusaciones mutuas de violación territorial. Camboya afirma haber actuado en legítima defensa, mientras Tailandia acusa a su vecino de hostilidades no provocadas. El primer ministro camboyano, Hun Manet, ha solicitado al Consejo de Seguridad de la ONU intervenir para detener la supuesta agresión tailandesa. La tensión se ha incrementado tras el retiro de embajadores por parte de Tailandia, precedido por incidentes con minas terrestres y enfrentamientos en áreas disputadas, especialmente alrededor del templo de Ta Muen Thom. La comunidad internacional, incluidos Estados Unidos, China y la Unión Europea, ha reaccionado pidiendo el cese inmediato de las hostilidades y una resolución pacífica del conflicto.
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