En un movimiento que desafía las convenciones de la industria tecnológica, Swisscom ha lanzado beem, una solución SASE (Secure Access Service Edge) que se apoya en infraestructura nacional. Este giro estratégico refleja un alejamiento de la dependencia de la nube global, impulsando un modelo basado en la soberanía digital y el control local de los datos.
Durante años, las telecomunicaciones abrazaron el paradigma de la externalización hacia la nube. Sin embargo, beem plantea una narrativa diferente: construir sobre infraestructura propia, gestionando datos bajo la jurisdicción suiza y con inspección local. Esta iniciativa no solo redefine los fundamentos de la arquitectura SASE, sino que subraya la importancia de la autonomía operativa en un mundo donde la soberanía digital se convierte en esencial.
La oferta de beem no ignora la conectividad y seguridad necesarias en esta era de teletrabajo, sino que propone un control más directo y confiable sobre estos procesos. Swisscom apuesta por la autenticación SIM, la inspección de tráfico propia y una gestión nacional, priorizando el control y la confianza por encima de la mera velocidad y escalabilidad.
Mientras en América Latina este enfoque puede parecer ajeno, el precedente de Swisscom ofrece valiosas lecciones. En una región donde las soluciones SaaS y la migración a nubes públicas han sido la norma, surgen preguntas sobre la jurisdicción de los datos, la trazabilidad ante incidentes y el cumplimiento normativo. Swisscom presenta una alternativa para sectores donde estos aspectos son innegociables, como gobiernos y bancos.
El lanzamiento de beem simboliza una tensión subyacente entre eficiencia y soberanía. Swisscom ha elegido un camino centrado en la gobernanza y la responsabilidad, apuntando a una propuesta de valor que podría redefinir sectores completos. A medida que el debate sobre la soberanía digital cobra importancia en América Latina, beem invita a reflexionar sobre el papel de las telcos como custodios de datos.
La verdadera cuestión que plantea Swisscom es si podemos permitirnos el lujo de ceder el control de nuestros datos a terceros. En última instancia, beem no es solo una innovación tecnológica, sino una declaración sobre el futuro de la soberanía digital y su relación con el poder en un mundo cada vez más interconectado.
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