En la localidad de Paiporta, Valencia, los camiones cisterna se encuentran en plena operación de drenaje, evacuando lodo y agua acumulada en el barranco del Poyo, tras la devastadora DANA del 29 de octubre. Esta catástrofe dejó un saldo de 222 víctimas mortales en la provincia. La tarea no es sencilla: las alcantarillas están repletas de desechos y el drenaje es un desafío constante. Los trabajadores y voluntarios han establecido un punto de evacuación cercano para evitar largos y peligrosos desplazamientos. Sin embargo, el aire está impregnado de un hedor nauseabundo, que obliga a algunos a utilizar mascarillas como medida preventiva para proteger la salud humana. La única opción viable ahora es desaguar en la rambla, donde se concentran aguas residuales, a falta de otros lugares habilitados.
Por otro lado, la Unidad Militar de Emergencias (UME) trabaja incansablemente en el municipio de Sedaví, recuperando documentos dañados en el ayuntamiento y retirando vehículos de garajes inundados. La Conselleria de Educación ha habilitado un amplio espacio en Feria Valencia para la restauración de bienes culturales afectados, un esfuerzo necesario ante los cuantiosos daños valorados en 1.300 millones de euros. Representantes de diferentes localidades afectadas, como Catarroja y Chiva, urgen una respuesta conjunta de las administraciones para reconstruir la infraestructura y asegurar que los residentes no caigan en el olvido. Reclaman decisiones rápidas y valientes para evitar el endeudamiento de los vecinos, mientras la región se enfrenta al reto de la reconstrucción y el resurgimiento.
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