En un esfuerzo por evitar incendios durante la temporada de cosecha, se han implementado medidas de control que entrarán en vigor desde el 15 de mayo hasta el 31 de octubre. Los agricultores que realicen actividades a menos de 400 metros de terrenos forestales deberán informar previamente al teléfono gratuito 900 720 300. Además, las cosechadoras estarán equipadas con herramientas de extinción obligatorias, como un batefuegos y dos extintores de polvo de al menos seis kilogramos, o mochilas con agua.
La seguridad será reforzada con la figura de un observador, quien vigilará los trabajos a una distancia prudencial, armado con un teléfono móvil para contactar al 112 en caso de emergencia. Antes de comenzar las labores, se sugiere realizar un recorrido perimetral de al menos ocho metros de ancho, empezando en la dirección opuesta al viento. Esto se complementará con la realización de fajas perpendiculares a la dirección del viento.
Cuando las condiciones meteorológicas sean adversas, es decir, con vientos superiores a 20 kilómetros por hora y sequedad extrema, y en superficies de 20 hectáreas o más, se exigirá el uso de un tractor o apero de gradas para arar una franja de diez metros cerca de áreas forestales. La actividad deberá detenerse de inmediato si las condiciones climáticas representan un riesgo.
Durante este período de alto riesgo, el uso de maquinaria en terrenos forestales y su entorno de 400 metros requerirá una autorización especial. Esta normativa busca minimizar el peligro de incendio en una época crítica del año.
En paralelo, se ha establecido un control sobre la reproducción de aves estaparias, coordinado por el Cuerpo de Agentes Forestales junto a los agricultores. Las especies protegidas, como los aguiluchos cenizo y pálido, las avutardas y los sisones, que anidan en suelos de cultivo de cereal de secano, están bajo vigilancia constante. Los agentes dedican largas horas a identificar la ubicación de los nidos, permitiendo informar a los agricultores para protegerlos mediante vallados o ajustando el momento de la cosecha, garantizando así la seguridad de los polluelos antes de que puedan abandonar el nido.
Estas medidas representan un equilibrio crítico entre la producción agrícola y la protección del medio ambiente, asegurando que las prácticas agrícolas no comprometan la biodiversidad ni el entorno forestal.