Ana Belén Valdayo Cruz, residente de Bollullos Par del Condado en Huelva, comparte la difícil experiencia de su familia tras el diagnóstico de su hija Martina con la enfermedad de Kawasaki a los cuatro meses de edad. En un principio, los síntomas se confundieron con los efectos secundarios de una vacuna, pero la persistente fiebre y el deterioro visible en el ánimo de su hija hicieron que el médico del centro de salud las dirigiera al hospital. La búsqueda de un diagnóstico claro fue desesperante, ya que los síntomas de Kawasaki se asemejan a los de otras enfermedades infantiles. Tras una semana de incertidumbre y la prueba de que los antibióticos no surtían efecto, finalmente una pediatra sugirió el Síndrome de Kawasaki, y el tratamiento adecuado comenzó al noveno día, lo que mejoró significativamente la condición de Martina.
El impacto de la enfermedad no solo fue un desafío médico sino también emocional para la familia. Ana Belén destaca la importancia de la asociación Asenkawa, que les proporcionó información y apoyo vital. Aunque Martina ahora está asintomática, los efectos en su corazón requirieron un seguimiento constante y tratamiento con aspirina, lo que resalta la gravedad y persistencia del Kawasaki. La madre enfatizó la necesidad de más investigación, concienciación y apoyo psicológico para las familias que enfrentan diagnósticos similares. En el contexto del Día Mundial del Síndrome de Kawasaki, su llamado se centra en la importancia de reconocer los síntomas a tiempo y el apoyo mutuo entre familias afectadas, subrayando que el conocimiento y la pronta acción pueden salvar vidas y minimizar secuelas.
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