El miedo, un rasgo omnipresente de la condición humana, fue el protagonista de los primeros años de vida de nuestro narrador. Desde un aterrador encuentro con una lavadora en su infancia hasta una serie de fobias que lo acosaron a lo largo de los años, cada miedo parecía encontrar su camino al refugio más vulnerable de su subconsciente. El miedo a la muerte fue la primera gran inquietud resuelta con ingenio por su madre mediante un consuelo peculiar. Más adelante, su imaginación juvenil introdujo temores de piratas informáticos, y luego, un desconcertante pánico a las montañas rusas se gestó tras una experiencia en Disneyland. Años después, abordó un ambicioso propósito para 2024: confrontar estas fobias profundas en una búsqueda de autodescubrimiento, inspirado por teorías freudianas sobre el subconsciente y al amparo de una sólida dosis de determinación.
Decidido a superar su fobia a las montañas rusas, el narrador se embarcó en una aventura veraniega a PortAventura con su amigo Raúl, quien lo persuadió de probar la imponente Shambhala, una de las montañas rusas más altas de Europa. La experiencia comenzó con reticencia, pero culminó en un amanecer de autoconfianza y emoción pura, provocando una revelación personal sobre el valor de enfrentar los miedos. La vivencia no solo forjó un recuerdo imborrable bajo el atardecer mediterráneo, sino que también le ofreció una nueva perspectiva sobre la vida. Inspirado por reflexiones de Javier Marías, el narrador entendió que la vida no solo se define por las experiencias vividas, sino también por aquellos momentos de valentía ante lo no experimentado. Finalmente, abrazó la idea de rodearse de personas que lo impulsen a confrontar sus miedos, recordando que la esencia de la vida reside tanto en lo que nos atrevemos a hacer como en lo que dejamos pasar.
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