El primer ministro británico, Keir Starmer, enfrenta un desafío significativo luego de que Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, impusiera nuevos aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio, afectando también al Reino Unido. A diferencia de la Unión Europea, que ha respondido con contramedidas, Starmer ha optado por un enfoque diplomático, priorizando la negociación directa con Washington para buscar una exención. En un discurso ante la Cámara de los Comunes, Starmer expresó su decepción por las medidas estadounidenses, pero enfatizó su compromiso con una solución pragmática, dejando abierta la posibilidad de una respuesta futura. Su gobierno trabaja estrechamente con la Administración Trump, destacando la sólida relación económica entre ambos países y la necesidad de preservar el libre comercio.
La reciente visita de Starmer a Washington fue considerada un éxito por Downing Street, donde Trump sugirió una relación preferencial con Londres respecto a Bruselas. Sin embargo, los aranceles no excluyeron al Reino Unido, que es el undécimo exportador de acero a Estados Unidos, lo que representa un golpe no solo para la industria británica, sino también para el libre comercio global. Gareth Stace de UK Steel advirtió sobre el impacto negativo de dichas tarifas. Mientras tanto, el gobierno de Starmer, aunque preparado para defender los intereses nacionales, ha decidido mantener la calma. El Partido Laborista sigue comprometido con revitalizar la industria del acero del Reino Unido, un sector que ha enfrentado grandes retos debido a la competencia externa, altos costos energéticos y una disminución de la demanda, con significativas pérdidas de empleo recientes.
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