El primer ministro británico, Keir Starmer, ha tomado medidas rápidas y decisivas en respuesta al asesinato de tres niñas en Southport, un caso que ha destapado graves fallos del sistema y ha generado una ola de violencia racista en el Reino Unido. Axel Rudakubana, de 18 años, ha confesado su culpabilidad en el juicio celebrado en Liverpool, lo que ha puesto fin al proceso judicial pero ha desatado críticas hacia el Gobierno laborista por la supuesta ocultación de información sobre el asesino confeso. Las revelaciones han provocado tensiones en el ámbito político, especialmente con las acusaciones de Nigel Farage, líder de Reform UK, quien argumenta que el Gobierno encubrió detalles cruciales para evitar disturbios.
A pesar de las críticas, Starmer ha defendido su decisión de no divulgar detalles para proteger el curso del juicio y asegurar justicia para las víctimas. El primer ministro ha designado al abogado David Anderson para liderar la investigación oficial sobre el caso y revisar el programa Prevent, destinado a supervisar posibles amenazas terroristas. La controversia ha reavivado debates sobre el racismo y la violencia xenófoba en el país, con el trasfondo de redes sociales que exacerban estos conflictos. Starmer se ha comprometido a implementar reformas legales basadas en las conclusiones de la investigación, con el fin de evitar que situaciones similares vuelvan a ocurrir y reforzar la confianza en las instituciones del Reino Unido.
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