El primer ministro británico, Keir Starmer, ha anunciado la realización de una investigación sobre un escándalo de abusos sexuales a menores en el norte de Inglaterra, posicionándose así ante las críticas por su inacción previa. Este cambio de postura ocurre tras la condena de siete hombres de origen paquistaní por múltiples agresiones sexuales entre 2001 y 2006. A pesar de las advertencias previas de trabajadores sociales, las autoridades locales fueron acusadas de ignorar los delitos para evitar tensiones raciales. En respuesta a la presión mediática y política, incluyendo comentarios de Elon Musk en redes sociales, Starmer ha decidido seguir la recomendación de la baronesa Louise Casey para explorar los factores étnicos y sociales involucrados.
El origen de este escándalo se remonta a finales de los años noventa, cuando señales de explotación sexual infantil comenzaron a surgir en Rotherham, una ciudad al norte de Inglaterra. Aunque informes anteriores, como el de la profesora Alexis Jay en 2014, ya habían documentado agresiones a más de 1,400 niñas entre 1997 y 2013, la inacción persistió. Las víctimas, predominantemente menores británicas blancas de entornos vulnerables, señalaron que sus agresores eran principalmente hombres de origen paquistaní, lo que complicó la respuesta oficial por temor a acusaciones de racismo. La decisión de Starmer de reabrir la investigación apunta a ofrecer justicia tardía, basándose en nuevas evidencias que no se habían considerado antes.
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