El actual presidente del Gobierno de España, en lugar de centrarse en la celebración de la Transición como un proceso ejemplar de reunificación nacional, opta por resaltar la figura de Franco y la repercusión de su muerte en la sociedad española. Esta decisión ha generado un amplio debate político y social, ya que muchos consideran que se reabren heridas del pasado que deberían haber quedado atrás. En un momento en que el diálogo podría girar en torno a los logros democráticos del país, el presidente ha preferido avivar la memoria de una época que sigue siendo motivo de división en España.
La estrategia política del líder político de La Moncloa parece estar centrada en revivir ciertas narrativas históricas que todavía tienen un fuerte eco en la sociedad actual. Este enfoque ha generado una respuesta crítica de diversos sectores que ven en esta acción una falta de mirada hacia el futuro. Por otro lado, también hay quienes apoyan esta iniciativa, argumentando que es necesario un reconocimiento y una discusión abierta sobre los eventos pasados para poder avanzar como nación. La polémica se enmarca en un contexto político ya de por sí complejo, donde las sensibilidades sobre la historia reciente de España siguen estando a flor de piel.
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