El accidente de un helicóptero turístico en el río Hudson, que resultó en la muerte del piloto y una familia de Barcelona, ha reavivado las críticas al tráfico aéreo sobre Manhattan. Algunos legisladores, como el senador por Nueva York, consideran el siniestro como «una tragedia previsible», dado el incesante sobrevuelo y el ruido asociado a estos vuelos en una de las áreas más densamente pobladas del mundo. El alcalde de Jersey City, Steven Fulop, se unió a las voces que piden la prohibición de estos vuelos turísticos, advirtiendo sobre los peligros potenciales si un aparato cayera sobre tierra en una zona repleta de edificios residenciales. A pesar de las crecientes preocupaciones, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, defendió la rentabilidad económica y el atractivo turístico de estas operaciones, minimizando los riesgos y asegurando que siempre se puede ajustar la regulación en base a las circunstancias.
Sin embargo, grupos vecinales como Stop the Chop no comparten la tranquilidad de Adams. Exigen una regulación más estricta y la eliminación de los vuelos no esenciales, citando preocupaciones ambientales y de calidad de vida. Este accidente, que involucra a un helicóptero Bell 206 L-4, ha puesto nuevamente en duda la seguridad de los vuelos turísticos, a pesar de las desestimaciones anteriores sobre accidentes en el sector. Además, la investigación preliminar de la Junta de Seguridad en el Transporte Aéreo (NTSB) se centra tanto en las prácticas operativas de la compañía involucrada, New York Helicopter, como en el desempeño del piloto, un exmilitar con experiencia limitada. Las tensiones por el elevado tráfico aéreo en Nueva York no cesan, mientras los residentes de ambos lados del Hudson buscan soluciones que aseguren su bienestar y seguridad.
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