Hace aproximadamente un año y medio, una investigación de la BBC desveló las conexiones directas entre el tráfico de la droga captagón y la familia del entonces presidente de Siria, Bashar al Assad, quien recientemente fue derrocado por rebeldes yihadistas. Este potente psicoestimulante, creado a finales de los años 50, ha jugado un papel central en el conflicto sirio, siendo conocido como la «droga de los yihadistas», por su uso en actividades terroristas y operaciones bélicas. La producción y tráfico de captagón ha enriquecido a los Assad, convirtiendo a Siria en un narcoestado que domina la exportación de este estupefaciente a países como Jordania y Libia, y que empieza a dejar rastro en Europa, África y Asia. Sanciones de Reino Unido, la Unión Europea y Estados Unidos en marzo del año pasado estuvieron dirigidas a individuos, incluidos dos primos de Bashar al Assad, vinculados con el comercio de captagón, amplificando el alcance de esta trama de narcotráfico.
La investigación de la BBC encontró evidencias que involucran a altos funcionarios sirios en el tráfico de captagón, entre ellos Maher al Assad, hermano del expresidente y líder de una unidad de élite del ejército. La producción de esta «anfetamina de los pobres» en Siria se estima en el 80% del total mundial, representando hasta el 90% de sus ingresos extranjeros. De un PIB aproximado de 9.000 millones de euros, 6.000 millones provienen del tráfico de captagón, consolidando la economía ilícita del país. Este narcotráfico ha permitido a la familia Assad acumular una fortuna que podría alcanzar los 2.000 millones de dólares, invertidos en complejas redes de propiedades y acuerdos opacos, especialmente en Rusia, donde poseen más de una veintena de inmuebles. Este imperio económico subterráneo no solo sostenía el régimen autoritario de los Assad, sino que ha posicionado a Siria en el corazón de la economía ilegal global.
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