Gerard Piqué, exfutbolista del Barcelona, acudió el pasado 15 de marzo al juzgado número 4 de Majadahonda como imputado en el denominado caso Supercopa. Este caso investiga su papel como comisionista en el controvertido acuerdo entre la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y la agencia saudí SELA para que la Supercopa de España se celebre en Arabia Saudí. En una intervención que duró casi dos horas, Piqué respondió a las preguntas de la jueza Delia Rodrigo y terminó su declaración visiblemente emocionado y entre lágrimas, tras haberle sido permitido hacer un alegato final donde defendió que su gestión ha aportado un «valor incalculable» a la Federación Española. Aseguró que el contrato negociado es el más grande en la historia de la federación, aunque admitió comprender que la relación con Arabia Saudí genere dudas éticas en España.
Durante su declaración, Piqué también se mostró crítico con los medios de comunicación por la filtración de documentos del caso, incluyendo 15 facturas de la agencia SELA que él presentó antes del juicio como prueba. Manifestó su frustración por los tres años de procedimientos legales y la constante aparición de su nombre en los medios, lo cual ha afectado su imagen pública. Piqué enfatizó que, a pesar de su contribución y las dificultades enfrentadas durante el proceso, espera que el caso se archive pronto, lamentando que nadie asumirá la responsabilidad por el daño reputacional que ha sufrido. En sus declaraciones, subrayó que en otro país su aporte habría sido reconocido de manera positiva, sugiriendo que su historia profesional podría haberse celebrado de manera distinta.
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