La Volta a Catalunya vivió uno de sus días más insólitos y desorganizados debido a la furia del viento, que obligó a los organizadores a cancelar la esperada ascensión al Coll de Pradell. La etapa reina del certamen, inicialmente diseñada para ser una prueba de resistencia en la montaña, se vio transformada en un sprint de tan solo 25 kilómetros. Esta decisión, dividida entre el deseo de continuar de algunos ciclistas y la presión de equipos preocupados por la seguridad, fue tomada tras intensos debates y negociaciones entre la dirección de la carrera, los comisarios, y la policía. Finalmente, el estadounidense Quinn Simmons se alzó con la victoria, dejando un amargo sabor entre los corredores que esperaban un día de competición más desafiante.
El caos generado por el clima impredecible dejó a los equipos en un estado de incertidumbre y alteró significativamente las estrategias planteadas. Los directores deportivos de escuadras como UAE y Bora, cuyos corredores principales estaban separados por apenas un segundo en la clasificación general, lamentaron la pérdida de una oportunidad clave para definir el rumbo de la Volta. Una atmósfera de frustración inundó el ambiente tras decidirse un formato alternativo que no incluía ninguna montaña, dejando en el aire el esperado duelo entre Ayuso y Roglic. A pesar de las adversidades, la jornada terminó con una competencia improvisada que, aunque no impactó en la general, dejó en los aficionados la sensación de haber presenciado un día atípico y deslucido para el ciclismo en la región.
Leer noticia completa en El Pais.