Durante el derbi entre Atlético de Madrid y Real Madrid, se generaron escenas de tensión cuando Thibaut Courtois, guardameta del equipo visitante, fue objeto de una lluvia de encendedores y otros objetos arrojados desde la grada del fondo sur. Diego Pablo Simeone, acompañado por Giménez y Koke, se dirigió a los ultras del Atlético para apaciguar los ánimos y solicitar que detuvieran los lanzamientos. Simeone argumentó con los hinchas sobre la necesidad de mantener la calma y evitar sanciones para el club, pero también señaló como provocador al portero belga. La situación llevó al árbitro a suspender el partido durante diez minutos, después de que varios avisos por megafonía no surtieran efecto. El incidente dejó una huella negativa en la imagen del fútbol y la Liga, con el entrenador y los jugadores del Atlético rogando al público que cese el hooliganismo.
Posteriormente, el Atlético de Madrid emitió un comunicado condenando los hechos y anunciando que el departamento de seguridad del club, en colaboración con la policía, trabaja para identificar a los culpables, señalando que ya han identificado a uno de los involucrados. El equipo rojiblanco se compromete a aplicar las sanciones internas más severas a los responsables de este vergonzoso comportamiento. El episodio no solo amenaza con sanciones severas al club, incluido el temido cierre parcial o total del estadio, sino que también perjudica seriamente la reputación del equipo y del fútbol español en general. El partido se reanudó tras la intervención por megafonía, aunque los pitos y abucheos continuaron, afectando el ambiente del encuentro y empañando el espectáculo deportivo.
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