La autora ofrece una visión detallada de la España de la Transición, centrando su análisis en los barrios periféricos que se convirtieron en el epicentro de un cambio social y económico. Durante este periodo, se observa un auge en la construcción, simbolizado por el «ladrillo», que marcó el paisaje urbano y contribuyó al crecimiento de las ciudades. Estos barrios, muchas veces olvidados, fueron motor de transformación y progreso, impulsados por el esfuerzo colectivo de sus habitantes. Las vecinas, en particular, jugaron un papel crucial, organizándose para mejorar las condiciones de vida y fomentar el tejido comunitario.
El Pirulí, un icono de la época, se destaca como un símbolo del avance tecnológico y modernización que caracterizó a los años 80. Su presencia no solo redefinió el horizonte madrileño, sino que también representó la conexión de España con un futuro prometedor y más conectado. La autora destaca cómo estos elementos –los barrios periféricos, el impulso de la comunidad y la modernización técnica– fueron fundamentales durante la Transición, contribuyendo a un proceso de cambio que sentó las bases para la España contemporánea.
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