En los últimos años, un fenómeno conocido como «silent quitting» ha comenzado a captar la atención de empleadores y expertos en recursos humanos. Este término describe una desconexión gradual por parte de los empleados, tanto en términos emocionales como funcionales, respecto a sus roles laborales.
Las razones detrás de este comportamiento son diversas. Sin embargo, una percepción común entre quienes experimentan el «silent quitting» es que sus esfuerzos adicionales no tienen la recompensa esperada, lo que reduce su motivación y compromiso.
Para enfrentar este desafío, los especialistas sugieren que las organizaciones deben centrarse en fomentar un ambiente de trabajo transparente, donde la comunicación abierta sea la norma. Además, promover la autonomía y proporcionar flexibilidad pueden ser estrategias efectivas para aumentar la satisfacción laboral y, por ende, reducir el riesgo de que los empleados opten por una desconexión silenciosa.
En definitiva, abordar el «silent quitting» requiere un enfoque proactivo por parte de las empresas, asegurando que los empleados se sientan valorados y apoyados en su entorno laboral.