La final de la Copa del Rey en el estadio de La Cartuja se convirtió en un escenario de tensiones más allá del fútbol cuando el himno nacional de España fue recibido con pitos por parte de los seguidores del FC Barcelona. A pesar de los esfuerzos de la megafonía por mantener el orden, los abucheos predominaban en el ambiente, reflejando la histórica rivalidad y las tensiones políticas que a menudo fluyen entre diferentes sectores de las aficiones. Este gesto por parte de los seguidores culés añadió una capa más de emoción y controversia al evento deportivo, intensificando el ambiente en el estadio sevillano.
Por otro lado, la afición del Real Madrid no se quedó atrás y respondió con su propio tarareo del himno y una exhibición de banderas de España. La respuesta del fondo madridista subrayó la división entre ambas hinchadas, quienes trasladaron a la grada una rivalidad que trasciende el terreno de juego. Estos actos, que combinaron deporte, política y pasión, capturaron la atención mediática, convirtiendo el partido no solo en un enfrentamiento futbolístico, sino en un reflejo de la compleja interacción entre identidad, lealtad y nación en el ámbito deportivo español.
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