La incertidumbre política sacude a Japón tras los comicios parciales que amenazan con desestabilizar al gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) y su socio de coalición, Komeito. Las primeras proyecciones indican que la coalición podría perder su mayoría en la Cámara alta de la Dieta, poniendo en peligro la estabilidad que ha caracterizado al país bajo la administración de Shigeru Ishiba. Estos resultados preliminares son una señal de advertencia para el primer ministro, quien podría enfrentar mociones de censura y tendría que buscar alianzas con partidos opositores para asegurar el funcionamiento del gobierno. Ishiba, que ya sufrió un revés en las elecciones de octubre al perder la mayoría en la Cámara Baja, enfrenta crecientes críticas incluso dentro de sus propias filas.
Mientras tanto, la oposición parece aprovechar esta oportunidad para desafiar al liderazgo de Ishiba. El Partido Constitucional Democrático (PCD) no logra modificar significativamente su presencia en el Parlamento, pero emerge una nueva fuerza de extrema derecha, Sanseito, que capitaliza el descontento popular. Este partido populista ha ganado terreno en un país donde el coste de la vida genera descontento significativo. Problemas como el encarecimiento del arroz, cuya intervención en el mercado por parte del gobierno ha sido insuficiente para frenar su ascenso, exacerban el malestar ciudadano. La presión se intensifica sobre Ishiba para navegar en esta tormenta política, especialmente en medio de delicadas negociaciones arancelarias con Estados Unidos, que podrían definir el rumbo económico de Japón a corto plazo.
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