En medio de crecientes tensiones, la relación entre Estados Unidos y México se ha visto sacudida por las declaraciones de Donald Trump, quien ha sugerido una posible intervención militar para combatir a los cárteles del narcotráfico en México. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha enfatizado de manera consistente la inviolabilidad de la soberanía de su país, rechazando tales propuestas y abogando por una cooperación basada en el respeto mutuo. A pesar de las provocaciones de Trump, quien ha llegado a insinuar que Sheinbaum teme a los cárteles, la presidenta defiende fervientemente una postura de colaboración sin sumisión, destacando la importancia de mantener la soberanía e integridad territorial.
Trump, conocido por su enfoque combativo en política exterior, ha extendido su retórica más allá de México, insinuando que Canadá podría convertirse en un «51º estado» y sugiriendo la necesidad de Groenlandia para la seguridad nacional. Estas afirmaciones forman parte de su estrategia de ampliar la influencia estadounidense, según expertos consultados por medios internacionales. Mientras tanto, México ha intensificado sus esfuerzos de seguridad en la frontera, interceptando a líderes del narcotráfico y decomisando drogas, en un intento por satisfacer las demandas estadounidenses sin comprometer su independencia. Sin embargo, el contexto bilateral sigue siendo incierto, lo que refleja una compleja dinámica política impulsada por el gobierno de Trump.
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