Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de México en una ceremonia cargada de simbolismo y mensajes críticos hacia España. En su primer discurso, Sheinbaum destacó que la «grandeza cultural de México» tiene raíces profundas en las grandes civilizaciones precolombinas, subrayando que esta grandeza existía siglos antes de la llegada de los españoles. Esta declaración se produce en medio de una crisis diplomática, ya que Sheinbaum no invitó al rey Felipe VI a su investidura, debido a la falta de respuesta a una carta enviada en 2019 por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, en la que solicitaba una disculpa por la invasión española. Además, la reforma constitucional que otorga derechos plenos a los pueblos indígenas y afromexicanos se publicó recientemente, lo que Sheinbaum interpretó como un logro histórico.
La presidenta fue recibida con euforia en la Cámara de Diputados, donde los presentes coreaban «¡es un honor con Claudia hoy!». Una vez investida, Sheinbaum se dirigió al Palacio Nacional para un almuerzo con líderes internacionales, incluidos los presidentes de Brasil, Chile, Colombia, Cuba y Honduras, así como la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, y el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell. Posteriormente, en un acto en el Zócalo de Ciudad de México, Sheinbaum recibió el bastón de mando de los pueblos indígenas, marcando su primer evento público masivo como jefa de Estado.
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