México enfrenta un grave revés económico tras la imposición de un arancel del 25% a sus exportaciones hacia Estados Unidos, una medida del presidente Donald Trump que marca el fin de un periodo de negociaciones sin éxito entre ambos países. Este arancel impacta al 80% de las exportaciones mexicanas, valoradas en 505,000 millones de dólares anuales, y pone en jaque al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, había asegurado una moratoria de 30 días en febrero, durante la cual los países intentaron encontrar una solución a través de mesas de trabajo enfocadas en comercio y seguridad. A pesar de los esfuerzos diplomáticos encabezados por altos funcionarios mexicanos, como Juan Ramón De la Fuente y Marcelo Ebrard, el impuesto entra en vigor, afectando no solo a México, sino también a Canadá, que ya ha tomado medidas de represalia.
El anuncio de Trump se produce en un contexto de tensiones comerciales exacerbadas, que también buscan frenar la dependencia de importaciones chinas en la región. La administración de Sheinbaum responde con estrategias de contención, incluyendo la movilización de 10,000 soldados en la frontera norte y complejas acciones de seguridad, como el envío de 29 capos a EE. UU. Sin embargo, el impacto económico podría ser severo, dados los lazos comerciales entre ambos países. Ante este desafío, Sheinbaum enfatiza la necesidad de unidad nacional, sugiriendo que, aunque no se adoptarán represalias inmediatas, México tiene en consideración diversas medidas arancelarias y no arancelarias, las cuales se anunciarán próximamente. Expertos como Adolfo Laborde cuestionan la efectividad de estas estrategias, destacando que México necesitará diversificar sus mercados y reforzar su política industrial para mitigar las consecuencias a largo plazo de este conflicto comercial.
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