En el ámbito del cableado estructurado, un error común es combinar en una misma canaleta los cables de energía y datos. Esta práctica, aunque ahorra espacio, genera serios problemas de interferencias electromagnéticas (EMI) que afectan el rendimiento de las redes. Así lo establece la normativa TIA/EIA-568, respaldada por principios básicos de la física.
Las consecuencias de esta mezcla de cables no se limitan a la pérdida de velocidad en la red, sino que también incluyen cortes aleatorios en servicios de telefonía IP, voz robótica en videollamadas, desconexiones inexplicables de puntos WiFi y un mayor desgaste de los equipos.
El fenómeno se debe a los campos electromagnéticos generados por cables eléctricos, motores y transformadores, que interfieren con las señales débiles de los cables de datos de cobre. Cuando la relación señal-ruido (SNR) se vuelve inaceptable, los errores proliferan.
Las normas internacionales, incluida la TIA/EIA-568, exigen una separación física entre cables de energía y datos. La TIA-569-D y el NEC en EE. UU. estipulan distancias mínimas para evitar interferencias. En oficinas y hogares típicos, se recomienda una separación de al menos 30 cm para cables eléctricos menores a 2 kVA y hasta 60 cm o más en entornos con mayores demandas energéticas.
Para mitigar el impacto de las EMI, se sugiere seguir buenas prácticas como mantener una separación física adecuada, canalizar los cables de forma independiente y utilizar blindajes eficaces. En entornos industriales ruidosos, la fibra óptica es la solución definitiva por su inmunidad a las interferencias.
Los casos de estudio demuestran que separar los recorridos o cambiar a fibra óptica resuelve numerosos problemas de conectividad. Así, la separación del cableado no solo es un requisito normativo, sino una necesidad técnica para garantizar redes estables y de alta calidad.
En conclusión, no basta con invertir en cables de alta categoría; el recorrido y la instalación son igual de cruciales. Planificar adecuadamente desde el inicio asegura que las redes funcionen sin problemas, evitando el ruido, los errores y la degradación de la señal. Esta atención al detalle es fundamental para mantener la productividad y la vida útil de los equipos en óptimas condiciones.
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